lunes, 28 de junio de 2010

Con ojos de Supermán

Los Abrigos del Pozo (conocido popularmente como la Cueva de los Monigotes) de Calasparra está sirviendo de banco de pruebas. El Centro Tecnológico del Mármol (Cehegín) desarrolla proyectos de innovación para las empresas del mundo de la roca ornamental y lucha desde 1996 por estar a la vanguardia en la aplicación y utilización de las más novedosa técnicas de investigación del subsuelo y de representación tridimensional. Esto ha proporcionado unas herramientas muy precisas para el conocimiento de los yacimientos mineros y su representación exacta. Éstas técnicas, combinadas, han comenzado a aplicarse en la investigación y conservación del patrimonio arqueológico, en colaboración con la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales.
El equipo integrado por Antonio Espín (geólogo), Javier Plata (ingeniero de Telecomunicaciones), Antonio Bernal (arquitecto) y Antonio Gil (topógrafo) está trabajando codo con codo con Miguel San Nicolás, director del Centro de Arte Rupestre Casa de Cristo, en los Abrigos del Pozo para crear un modelo tridimensional al que se le están incorporando, por primera vez, los datos obtenidos del subsuelo mediante técnicas no invasivas: el GPR y la tomografía eléctrica de alta resolución.
Datado en el Eneolítico o Edad del Cobre, este abrigo a la ribera del río Segura se descubrió en 1978 y está llamado a convertirse «en un referente para el futuro. Lo es ya, porque es uno de los pocos lugares en los que se asocia el arte rupestre al contexto arqueológico. Las excavaciones que se están desarrollando allí aportan datos en cada campaña y éste, sin duda, va a ser el referente de Murcia en un futuro inmediato», asegura Julián Martínez, representante español de Arte Rupestre en Icomos (órgano consultivo de la Unesco).
Quizá por eso y por la profusión de restos arqueológicos que está aportando, se ha convertido en el lugar experimental para el desarrollo de estas técnicas, que nacen ligadas a la minería, para minimizar riesgos económicos y gastos en la apertura de nuevas canteras.
«Como si tuvieras rayos X»
Esta colaboración es como tener a Supermán al servicio del patrimonio arqueológico regional, en este caso también del Patrimonio Mundial y del Itinerario Cultural Europeo de los Caminos de Arte Prehistóricos. «Es como si tuvieras rayos X», comenta entusiasmado San Nicolás, al que todas estas investigaciones le permiten avanzar a paso de gigante en los yacimientos en los que se trabaja, y planificar cada campaña con una precisión casi milimétrica.
Y, la verdad es que cuando aprecias el resultado, la precisión es tal que es como si estuvieras en la cueva. «Eso es lo que se pretende, que te puedas llevar el abrigo al laboratorio y parezca que estás dentro», apunta San Nicolás. Así, el equipo que lidera Antonio Espín usa la tomografía eléctrica de alta resolución para explorar el yacimiento. La electricidad y el resistivímetro son la clave para trazar una cartografía del subsuelo que actualmente permite 'escanear' hasta los 70 metros de profundidad. «En Calasparra hemos bajado 7,6 metros y hemos tocado el suelo del abrigo», informa Espín, lo que permite al equipo de arqueólogos saber qué se oculta bajo sus pies.
Si hasta ahora habían constatado que alberga restos desde época romana hasta hace 10.000 años, ya saben que podrán profundizar mucho más en el origen de la humanidad. «Por la profundidad del yacimiento no podemos saber hasta qué época llega, pero sí que debajo de lo datado hace 10.000 años hay sedimento; y para saber cuánto, hasta ahora lo único posible era excavar, y la inversión económica y en tiempo sería imposible», comenta aliviado San Nicolás, que ya sabe cuántos centímetros de sedimento hay en cada punto de la alargada cueva y que hay posiblemente niveles mucho más antiguos. «De cara a los próximos años sabemos dónde intervenir, porque hemos detectado los materiales, si el sedimento está más alterado,...», puntualiza el responsable del Arte Rupestre en la Región.
El desarrollo de programas y ordenadores suficientemente potentes ha permitido avanzar en profundidad esta tecnología, al permitir procesar la cantidad de información necesaria. Para hacer el modelo tridimensional de los Abrigos del Pozo, por ejemplo, el escáner láser ha creado una malla de 12 millones de puntos topográficos que luego esculpen al detalle la superficie. Y combinar esta información, en la que se emplean las fotografías y las referencias obtenidas por el láser 3D, con los datos del subsuelo obtenidos por las ondas electromagnéticas del GPR y la tomografía eléctrica de alta resolución, plantea problemas en fase de resolución. «Estamos investigando cómo hacerlo, porque el programa que tenemos no acepta más de un millón de puntos», comenta Espín, que tiene claro que para aplicar esta tecnología en Patrimonio, hay que afinar a la hora de dar las respuestas que los arqueólogos necesitan. Un esfuerzo de diálogo interdisciplinar que está empezando a florecer.
Innovación anticrisis
Si en la Sierra de la Puerta esta tecnología ha logrado evitar que una empresa se desangre con la insostenible explotación de una cantera; en San Esteban, podría evitar quebraderos de cabeza a expertos y gestores. La Dirección General de Bienes Culturales ha sugerido al equipo del Centro Tecnológico del Mármol que ponga sus conocimientos al servicio del yacimiento islámico de San Esteban. Un terreno en el que se podrían aplicar las tres técnicas para crear un modelo de los restos actuales (preservando esa información para las generaciones venideras); y escanear el subsuelo con el GPR y la tomografía eléctrica de alta precisión, de manera que se sepa con exactitud cuál es la profundidad del yacimiento, así como poder situar determinadas infraestructuras, como el cierre de la muralla, que se cree estaría en la zona, y quizá detalles más precisos.
Hace unas semanas, el Seminario de Documentación Gráfica del Arte Rupestre que se celebró en Murcia contó con la responsable de Arte Rupestre del Centro de Patrimonio Cultural de la Unesco, Nuria Sanz Gallego, que abogó por el uso de las nuevas tecnologías para facilitar un acceso diferente al físico a los lugares que son Patrimonio Mundial y como respuesta rápida para la conservación, ya que «estamos perdiendo el 80% por la degradación». Además anima a desarrollar sistemas de cooperación transregionales, como ocurre con el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo, o transnacionales, como pide el hecho de que el 20% de la Tierra está ocupada por un 1% de la población que mantiene vivo el arte rupestre, áreas enormes que están suponiendo una oportunidad para el desarrollo rural sostenible, con la creación de grupos de acción, como ha ocurrido en Sierra de Capivara (Brasil), donde se «ha generado en el entorno del parque un sistema de sanidad, educativo, de guarderías y de sociedad organizada en torno al parque,... Dejan de ser una imagen para convertirse en lugar de vida, porque al patrimonio hay que ponerle mucha gente», concluye Nuria Sanz.

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