martes, 16 de agosto de 2011

Con mil ojos en las montañas


Mientras sobrevuela la Sierra del Molino, Manuel Páez no puede evitar que el rostro se le tuerza en un gesto amargo. En las 600 hectáreas quemadas -intencionadamente- el pasado verano en el paraje de Calasparra aún no ha brotado ni un arbusto. «Había viento de poniente fuerte y el fuego corrió muy rápido». El jefe de la base de la sierra de La Pila y técnico responsable de la Unidad de Defensa contra Incendios Forestales de la Comunidad recuerda ese fuego como uno de los peores de sus 20 años de carrera. «Fue una jornada trepidante».
Páez dirige uno de los equipos humanos adscritos al Plan Infomur, que la Comunidad activa cada año para proteger las 500.000 hectáreas de superficie forestal de la Región. Más de 500 personas completan este dispositivo en toda la Región. El plan contempla tres helicópteros -con base en La Pila, Alcantarilla y Zarcilla de Ramos-, una veintena de puestos de vigilancia, 41 patrullas de voluntarios de Protección Civil y un largo etcétera. En la base de La Pila son 16 los profesionales que están disponibles para actuar si fuera necesario. «Los tiempos así se acortan muchísimo», explica Páez.
Este verano parece estar concediendo un respiro a los bosques de la Región. Apenas 34 hectáreas han sido calcinadas por las llamas. «Es un año atípico. Anormalmente tranquilo», reconoce Páez, cruzando los dedos. Luis Gestoso, director general de Emergencias, recuerda, sin embargo, que la mayoría de estos pequeños conatos se han producido por colillas arrojadas por conductores. Una asignatura pendiente. «En líneas generales, sin embargo, estamos muy satisfechos... Tocamos madera».
Cuando reina la calma, los profesionales de La Pila ponen todo su esfuerzo en tratar de recuperar lo que el fuego destruyó. Únicamente los días de alerta por riesgo de incendios se anula cualquier otra tarea para que todo el equipo se halle al pie del cañón.
Cuando no es así, estos profesionales llevan a cabo tratamientos selvícolas preventivos como la reforestación, la revisión de cortafuegos o la quema controlada de residuos. Una labor crucial para asegurar la supervivencia de las más de 2.000 especies de flora presentes en la Región. «Allí hubo un incendio hace 7 años, justo allí, donde la sierra está más pelada», explica Ignacio Rojo, jefe de extinción de la Pila, mientras sobrevuela la sierra de Ricote, víctima también de otro fuego intencionado. «Si hubiera otro incendio en la misma zona ya no volverían a salir más pinos, porque éstos tienen piñas, pero no semillas», alerta.
Al regreso del helicóptero a la base, los brigadistas -especializados en la extinción de incendios forestales- comienzan su habitual entrenamiento. Totalmente sincronizados, estos profesionales ensayan un protocolo para colocarse dentro del helicóptero, enganchar el 'bambi' -depósito de agua con mil litros de capacidad-, desembarcar... Cuando el fuego domina el bosque, estos equipos trabajan contrarreloj. Su preparación salva hectáreas de gran valor medioambiental. «No se deja nada al libre albedrío porque en monte puede que tengan que aterrizar en una pendiente. Las condiciones no son las mismas y hay que estar preparado».
Fuente: La Verdad

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