viernes, 11 de marzo de 2011

«Los perversos ven perversión donde no la hay»

Ana Elena Pena. La provocadora 'performer' actúa mañana 
en la Sala Rojas con su 'Traumatic Cabaret'

Tiene la cresta en la lengua y cuando escupe te hace la raya en medio. Ana Elena Pena, natural de Calasparra y residente largo tiempo en Valencia, es una artista multidisciplinar poco apta para mojigatos y mentes fácilmente escandalizables. Pinta pequeños cuadros por encargo, ilustra sus propios relatos, escribe canciones de electroclash (tecnopop con mucho morro y un alto contenido de erotismo antibarbie), juega al freak-cabaret y acaba de publicar su primer libro de relatos: 'Hago pompas con saliva' (editorial Melusina). Lo presenta mañana en el Casino de Murcia a las 19.30 horas («aunque la presentación informal y libre de censuras será esta noche, a las 20.00 horas en la Librería Encuentros, junto a las chicas del colectivo D-Genera»). La noche del sábado rematará la faena con su 'Traumatic cabaret' en la Sala Rojas.
- Cantante, compositora, performer, ilustradora, pintora, escritora... ¡Es usted una agitadora cultural! ¿En qué rol se siente más cómoda?
- Depende del momento. El dibujo, la pintura y la escritura son actividades solitarias, que requieren introspección. La faceta de cabaretera es también catártica, pero de distinta manera a como puedan serlo otras disciplinas. El contacto con la gente es más directo, y la experiencia emocional, más intensa.
- Mañana actúa en Murcia con su 'Traumatic cabaret'. ¿Qué onda?
- Es un concierto-recital-cabaret al que llamamos así porque cantamos, recitamos, improvisamos… Las canciones tienen un componente humorístico muy importante, pero pueden ser también desgarradoras, dulces…nos burlamos de estereotipos y clichés, me gusta especialmente componer acerca de personajes extremos, sórdidos, absurdos. Tenemos un repertorio amplio, para hacer shows diferentes según el sitio. Nos adaptamos para sobrevivir. Podemos actuar tanto en una fiesta gay como en un espacio cultural, un festival moderno, un restaurante pijo, una boda, una fiesta de empresa, y si me apuras, una comunión. Pero Traumatic Cabaret, en esencia, son pequeñas historias traumáticas contadas con mucho humor, amor y horror.
- Antes, esta misma noche en la librería Encuentros, presenta su primer libro, 'Hago pompas con saliva'. Me ha gustado mucho, aunque a mi vecino Don Correcto no se lo voy a recomendar.
- Eso es que su vecino tiene la mirada sucia. La gente encuentra feas palabras como 'polla', 'follar', 'coño', pero no creo que hayan nacido por medio de un espíritu reencarnado en una paloma. Los perversos ven perversión donde no la hay o donde apenas asoma, del mismo modo que los depresivos encuentran todo deprimente. Están jodidos. La fealdad, lo retorcido, está muchas veces dentro de ellos. Muchas veces esta 'demonización' que sufrimos muchos artistas y/o gente que se siente diferente -como puede ser el hecho de ser gay, lesbiana o trans- comienza en el seno de la propia familia. Son tus padres los que te censuran, te juzgan, son incapaces de asumir que no eres como ellos, y temen el qué dirán. Lo descorazonador es que piensan que lo hacen por tu propio bien.
- También están los convencionalismos sociales, ya sabe, la intolerancia disfrazada de moralidad.
- Sí, la incapacidad de ciertos sectores de la sociedad de entender, de empatizar y el deseo de demonizar. La gente necesita demonizar, para poder sentirse mejor y así vencer sus propios complejos. Temen lo diferente, lo anormal, lo que se sale de lo común. A mí esto ya me da igual, correré con los riesgos. Pero de verdad, si alguien encuentra algún relato en el libro que le haga ser peor persona, me corto las manos.
- Delirio, sexo e inocencia. Un cóctel bien agitado en el que se aprecian manchas de semen, de lágrimas y de sangre. Puro desgarro.
- No se trata de un libro estrictamente autobiográfico. Soy muy sensible a lo que sucede a mi alrededor, a las historias que me cuentan. Eso es lo que encuentras en estas páginas. Pequeñas historias y reflexiones que extraigo de un mundo que me aprisiona, me angustia, pero a la vez me procura días de sol, noches perfectas, y poesía donde menos me lo espero. Es una guía de supervivencia para animales heridos, que han perdido el rumbo. Y se percibe en él la búsqueda incesante de un nuevo romanticismo o de una concepción del sexo y las relaciones más espiritual. Pero siempre asumiendo y aceptando que el recorrido es un tropiezo detrás de otro y que esto puede ser enriquecedor.
- Dice la gran Ajo Micropoetisa que la cresta hay que llevarla en la lengua. ¿Estamos de acuerdo?
- Cualquier cosa que diga Ajo me parecerá bien. Supongo que se refiere a la actitud punk, en el mejor sentido de la palabra, claro. Porque el punk tiene un reverso de cutrez, de «lo nuestro mola y lo tuyo es una mierda» y de falta de coherencia con el que no comulgo. A mí la cresta me queda fatal, pero imperdibles tengo muchos, aunque no me sirven de nada, pierdo tantas cosas y me pierdo yo misma tantas veces...
- Leo: 'el futuro provoca vértigo; el ayer, desazón'. No nos va a quedar otra que vivir el presente, pues.
- Sí, pero pensando en el futuro y sin olvidar el pasado, de lo contrario cometeríamos los mismos errores.
- Siempre se relaciona el nombre de Ana Elena Pena con la provocación. ¿La asume, es divertida, tiene sentido en sí misma?
- El humor y el arte de vanguardia siempre tienen un punto de provocación. Pero yo no quiero provocar en el sentido de crear disgusto o enfado, simplemente quiero divertirme, divertir, picar un poco, jugar, mostrar a la gente sus miedos, sus vergüenzas, sus prejuicios, sus límites. Y eso es porque a mí también me gusta que me provoquen, en cierto sentido. Me divierte muchísimo escandalizarme a estas alturas. Pero si a algún mojigato/a le escandaliza lo que hago, que enchufe la tele. Eso sí que es un escándalo.
- También leo en la intro del libro que se trata de 'ganar batallas a la mediocridad sentimental'. El caso es pelear, ¿no queda otra?
- No soporto la mediocridad, ni el 'quiero y no puedo'. No me refiero a que me guste vivir al límite, sino a que no soporto lo falso, lo fingido, las emociones de baratija. Me gusta vivir con intensidad. Con honestidad y conociendo mis defectos y limitaciones. Pero también acepto que las relaciones pierden su brillo, que muchas cosas deslucen con el tiempo. En cuanto al amor, pienso que nunca muere, sino que cambia de lugar. Pero claro, a veces no se dónde ponerlo.
- Suele venir a menudo por Murcia. ¿Visita alguna vez su Calasparra natal? ¿La magdalena de Proust sabe dulce?
- La visito poco. Mi familia sigue allí, pero mis amigos y amigas trabajan fuera y cada uno tiene su vida, ya no es como antes. En Calasparra hay muy buena gente y guardo buenos recuerdos de parte de mi adolescencia y niñez. Insisto en lo de 'parte'. Aunque reconozco que casi no voy, porque allí no tengo gran cosa que hacer. Y en vez de desconectar y relajarme, me bloqueo.
- El epílogo de 'Hago pompas con saliva' finaliza tal que así: «Busco a Dios. O algo que se le parezca». ¿Sigue estando Dios de nuestro lado, si alguna vez lo estuvo?
- Eso me pregunto muchas veces. Es cierto que hay gente que nace con estrella y gente que nace estrellada, pero la suerte también hay que buscarla, Mira, yo me he visto en cada situación, y me he escapado de tantas, que desde luego debe existir y debe quererme. Y si no me quiere, será que no me conoce aún. Pero pediré cita y espero que no se demore tanto como la Seguridad Social.
Fuente: La Verdad

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