lunes, 27 de febrero de 2012

«'La Gioconda' del Prado ya llamaba la atención en los años cincuenta»

«Viviremos para morir de asombro cualquier día». Con esta cita nos recibe Mercedes Martínez Valdivieso en su residencia de Calasparra. Granadina de nacimiento (vio la luz en Huéscar), llegó con pocos años a Caravaca junto a su familia y desde entonces su corazón no ha dejado de latir y suspirar por la ciudad de la Cruz. Desde muy joven destacó por su destreza y habilidad para pintar. La visita a la tienda de su padre de un restaurador, que por entonces trabajaba en el retablo de La Colegiata de su ciudad natal, le abriría nuevas puertas para desarrollar su afición a la pintura. Con 19 años se desplazó a Madrid para convertirse en copista (con el nº 1.035) en el Museo del Prado. La gemela de 'La Gioconda', que ahora ha desatado la locura en el museo madrileño, ya la cautivó a ella en 1950.
-¿Qué le parece el revuelo que se ha armado tras el 'descubrimiento' de La Gioconda en el Museo del Prado? 
-Me impresiona mucho que se hable de 'hermana', de 'descubrimiento', cuando esta obra ya estaba expuesta en una de las salas del Prado en 1950. No estaba en los fondos o guardada en un almacén; estaba expuesta en una sala junto a la que había cuadros de Velázquez, de Tristán&hellip ya entonces despertaba el interés de quienes visitaban la sala.
-¿Cómo se fijó en esa obra, qué la animó a realizar una copia y por qué la hizo en blanco y negro? 
-Era realmente una obra impresionante. Yo había decidido copiar otros cuadros, concretamente 'La Inmaculada', de Murillo y 'La Virgen de la Estrella', de Alonso Cano; pero aquella copia de 'La Gioconda' me atraía; era impresionante y aunque en aquellos años no se hubiese descubierto que podía ser 'gemela' de la Mona Lisa de París y haberse pintado en el taller de Leonardo da Vinci, ya era una obra que iban a contemplar muchos visitantes del museo. Yo estuve tres meses y en aquel tiempo fueron muchas las personas que visitaron la sala para ver los cuadros allí expuestos. La pinté en blanco y negro, porque el fondo del cuadro estaba oscurecido. NO creo que fuera por suciedad sino que estaba realmente pintado en tonos muy oscuros; por ese motivo me incliné a realizar la copia en blanco y negro. Todavía la conservo, como las otras que realicé durante mi estancia en El Prado.
-¿Alguien ha intentado comprarle esta copia? 
-En más de una ocasión. Viviendo en Castellón ya me ofrecieron una buena cantidad de pesetas, entonces todavía existía la moneda española, pero yo ya había decidido que nunca me desprendería de esta copia. Mi 'Gioconda', como las copias de los cuadros de Velázquez y Alonso Cano, es fruto del trabajo de tres meses, en sesiones de mañana y tarde, en las salas del Museo del Prado. Ahora las conservo como joyas y como recuerdo de aquella hermosa etapa.
-¿Recuerda alguna anécdota que ocurriese mientras era copista? 
-Hay cientos de ellas. En una ocasión, al llegar a la sala, me encontré con un grupo de 20 alumnos de Bellas Artes que asistían a una conferencia sobre Alonso Cano y decidí quedarme a escuchar. Aguanté toda la conferencia, entre otras cosas, como le comenté al profesor, porque era granadino como yo. En otra ocasión llegaron unas personas de Filipinas y me preguntaron si se podían quedar a mirar. Me sorprendió, pero les dije que no había ningún problema. También me sorprendió la visita de otro copista (Jaime) que estaba realizando una copia de la obra 'Vieja friendo huevos', de Velázquez. Su admiración por mi trabajo le llevó a proponerme el ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero no fui valiente. Pudo más mi atracción por mi tierra y regresé a Caravaca de la Cruz.

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