domingo, 23 de octubre de 2011

El Volcán dormilón

Entre Cancarix y Agramón se levanta, en la Sierra de las Cabras, uno de los monumentos más importantes de la provincia. No es un castillo, ni una catedral: es un volcán. Es el testimonio de una erupción que, hace más de siete millones de años, abrió las entrañas de la tierra y arrojó al exterior, entre explosiones, el magma que hoy vemos, petrificado, en forma de peculiares columnas.
Desde entonces, este volcán duerme pacífico, y se ha convertido en uno de los atractivos turísticos de Hellín. Ahora es un monte que ha sido declarado monumento natural, que se puede recorrer por senderos acondicionados, en los que se han colocado paneles que informan sobre el lugar y también acerca de los fenómenos volcánicos que lo formaron.
Ya no es un volcán vivo, como el que estos días estremece el subsuelo canario en El Hierro; el de Cancarix es más bien una especie de fósil geológico, una muestra del vulcanismo que fue, pero que ya no inquieta a nadie. No se trata de una excepción extraordinaria, ya que de hecho el volcán de Cancarix tiene cerca otros restos volcánicos en lugares como Calasparra y Jumilla.
Algo más lejos, hay zonas volcánicas en los Campos de Calatrava de Ciudad Real y en el área valenciana de Cofrentes. Pero ninguno de los volcanes de esas zonas tiene el tamaño y la buena conservación del hellinero.
Monumento natural
Cuando se decidió protegerlo como monumento natural, en 1998, se le dio el nombre de 'Pitón Volcánico de Cancarix'; sin embargo, los estudios posteriores -especialmente los de la Universidad de Jaén- ponen en duda que se trate de un 'pitón volcánico', y apuntan a que se trata de los restos de la erupción de un volcán, de la lava que fue rellenando todo el cráter, y no solo de la chimenea vertical, que sería lo que se identifica como pitón volcánico.
Tecnicismos geológicos aparte, este afloramiento volcánico es especial por muchas razones, algunas de ellas la propia composición de las rocas, hasta el punto de que tienen su propio término para definirlas: 'cancalita'. La roca volcánica se distingue bien, por su forma característica, sus colores y textura, de las rocas propias del terreno del que surgieron y en el que se encajaron por la enorme potencia del estallido volcánico.
Se cree que esta erupción se produjo en el periodo conocido como Mioceno Superior, hace unos siete millones de años. Apenas ayer para las edades geológicas, pero mucho tiempo para nuestros calendarios.
Sin testigos
No hubo ningún ser humano que pudiera contemplar aquella erupción, que se produjo cuando todavía faltaban millones de años para que nuestra especie poblase la tierra; la raza humana moderna tiene una antigüedad de apenas doscientos mil años.
Desde entonces, los restos del volcán han soportado la erosión, que ha ido modificando tanto el mineral volcánico como el resto del terreno circundante.
El volcán (lo conocido como 'domo volcánico') se eleva unos 150 metros sobre el terreno de esta zona, y tiene un diámetro de cerca de un kilómetro. La parte superior de esa colina es la más vistosa, con rocas rojizas en forma de columnas prismáticas, algunas de unos setenta metros de altura.

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