jueves, 31 de octubre de 2013

Más que ladrillos

La reutilización (sin tinte peyorativo), la sostenibilidad, la mejora de la calidad de vida y la integración en el paisaje protagonizan los últimos Premios Regionales de Arquitectura. No solo eso. Las distinciones, que conceden la Consejería de Obras Públicas y el Colegio Oficial de Arquitectos de Murcia (Coamu), permiten además adivinar las tendencias en la edificación. Y el palmarés de esta edición, la número XVII, vislumbra que la rehabilitación gana peso en el sector, quizás empujado por la situación de crisis.
La vicedecana del Coamu y vocal del jurado de los premios, María Pérez Zulueta, lo confirma: «Hay una vuelta a la mentalidad de poner en valor el patrimonio de las ciudades, y no tanto tirar y levantar obra nueva. Desde luego no es un concepto de moda, puesto que ya se hacía, pero la situación económica ha motivado que se plantee como una prioridad».
Aunque en la relación de galardones predominan los proyectos de nueva planta, tres de los premios con más relevancia han recaído en obras de restauración. Así ha sido con la potente rehabilitación de la sede de la fundación Parque Científico de Murcia, ideada por Fernando de Retes Aparicio, que se ha llevado el premio regional. Otro proyecto de recuperación de este mismo arquitecto y Enrique Nieto Fernández, la transformación de una antigua fábrica de Ceutí en el centro de arte contemporáneo La Conservera, se ha alzado con el galardón especial a la divulgación, que se concede por primera vez. Y el premio del público también se lo ha llevado una obra de acondicionamiento: la transformación de la Casa Fontes de Torre Pacheco para su uso como museo y archivo municipal, del equipo formado por Carolina Podio, Jaime Pérez Zulueta y Lorenzo Tomás Gabarrón.
Este último galardón es otra de las novedades del certamen de este año. Los organizadores han querido abrir una ventana por la que entre la opinión de la calle. Una apuesta por la participación ciudadana para que la sociedad exprese sus inquietudes y, de paso, se implique más en el diseño de las ciudades y de los espacios habitables. La convocatoria ha estrenado además el premio a la sostenibilidad, como un «valor añadido a la arquitectura», explica Pérez Zulueta. En este apartado también ha triunfado De Retes con su albergue juvenil de La Rafa, en Bullas.
El diseño de este alojamiento turístico es otro ejemplo de hacia dónde camina la arquitectura. Y da la impresión de que los técnicos se muestran preocupados por diseños que permitan a sus usuarios disfrutar de la vida, y, siempre que sea posible, en contacto con la naturaleza. Así, el albergue de La Rafa lo forman tres espacios pensados como lugares de convivencia al aire libre. Una inquietud que De Retes también traslada al Parque Científico de Murcia, donde, entre otras acciones, ha puesto en valor una gran superficie descubierta en la que poder trabajar (vaya lujo) con el cielo como único techo.
Esa apuesta por la comodidad, el bienestar, la sencillez y la calidad de vida (por encima de imposiciones estéticas y de modas, aunque sin renunciar al diseño) no solo aparece en los grandes proyectos promovidos por la iniciativa pública, con más peso en esta edición. «La buena arquitectura está en lo grande y en lo pequeño», resume la vicedecana Pérez Zulueta. Una máxima que se ajusta como un guante a las viviendas premiadas en esta convocatoria. Ocurre en las dos casas que llevan el sello de Juan Antonio Sánchez Morales. 'Vivir sin límites' en Los Alcázares, huye de alardes para adaptarse a la vida cotidiana de sus inquilinos, y la 'machine home', en plena huerta de Alguazas, impone la austeridad sin renunciar al confort. Este proyecto de arquitectura móvil, que trae a la mente la obra transportable de Emilio Pérez Piñero (más vanguardista resulta el auditorio portátil de Anish Kapoor y Arata Isozaki), es un híbrido entre vivienda tradicional y caravana. El módulo, de fabricación industrializada, se puede trasladar para su emplazamiento en otra ubicación, casi sin obra, y como toda 'roulot' para empezar a vivir en ella lo único que hay que hacer es conectar las tomas de la casa a las redes de luz, agua y saneamiento, si bien también cuenta con cierta autonomía. El arquitecto del estudio Adhoc admite que la 'machine home' es «mi sueño personal; me gustaría dedicarme a la fabricación de estos cacharros y distribuirlos por todo el mundo». Un tercer hogar de este arquitecto, denominado 'Barraca traslúcida', que se inspira en la vivienda tradicional de la huerta, ha recibido una mención en el concurso.
Según Sánchez Morales, «el devenir de la arquitectura es impredecible», pero advierte de que uno de los frentes abiertos es «rehacer lo ya hecho, y hay muchas líneas de trabajo». Habla, por ejemplo, de la necesidad de «realizar un esfuerzo para adaptar las viviendas a unas unidades de familia distintas. Por ejemplo, parejas con un hijo que además tienen a su cargo a persona mayor. Se han levantado barrios enteros de pisos todos iguales pensando en un tipo de familia que cada vez es menos real». El arquitecto se refiere también a la construcción «enloquecida» de los años del 'boom inmobiliario. «Cuando se hacen las cosas con poca cabeza, y a eso se añade el desinterés de las fuerzas activas por la arquitectura, todo ello desemboca en un producto que queda obsoleto. El paradigma serían los 'resorts'».
El certamen regional de arquitectura, cuya ceremonia de entrega de galardones aún no tiene fecha, ha recibido casi un centenar de proyectos, de los que quince han sido premiados y otros siete han obtenido menciones. No tienen dotación económica, solo el reconocimiento público. Los datos de participación demuestran, a juicio de Pérez Zulueta, que en la Región «contamos con una muy buena arquitectura a pesar del mal momento que vivimos». La vicedecana del Coamu cree que la complicada situación económica motiva que «las ciudades estén buscando aprovechar antiguos espacios, más que las grandes obras que requieren de fuertes inversiones». En este sentido, opina que la tendencia actual es «lograr un equilibrio entre el coste del proyecto y el producto final».
Los premios también han puesto de relieve que el relevo generacional parece garantizado, porque junto a arquitectos veteranos se ha distinguido el buen hacer de los profesionales más jóvenes, como Miguel Ródenas y Jesús Olivares, que han recibido una mención por su guardería en Los Alcázares, donde ponen en práctica los beneficios de la educación fuera de las aulas; el equipo de Jaime Pérez Zulueta con el citado premio del público por la Casa Fontes, y Pedro Díaz Guirao y Ángel Allepuz, distinguidos por su puesta en valor del entorno del castillo de Calasparra. «Tenemos cantera para rato», remarca la vicedecana. Es más, destaca que la arquitectura murciana está «bien considerada a nivel nacional e internacional, como demuestra el hecho de que profesionales de la Región han sido seleccionados para proyectos en el extranjero».

Naturaleza
Jaume Blancafort y Patricia Reus reúnen esa mezcla de juventud, reconocimiento, excelencia e innovación. Su 'Casa para tres hermanas' de Bullas, premiada en esta edición regional, acumula ya cinco distinciones, alguna de ellas de carácter internacional. La edificación, que emplea materiales y técnicas de la zona, es un ejemplo de integración en el paisaje.
La fusión con el entorno y el respeto por la naturaleza se repiten en la mayoría de los proyectos premiados. Así, el edificio polivalente levantado en la ladera sur del Cerro del Castillo de Yecla por Francisco Carrasco Rodríguez y Juan Bordallo Ruiz persigue darle uso público a este entorno natural sin transformarlo, como «pasando de puntillas». Y otro tanto ocurre con la adecuación del entorno del castillo de Calasparra, obra de Díaz Guirao y Allepuz Pedreño. Para estos profesionales, el paisaje «es un material más con el que trabajar». Su propuesta, con paseos, miradores y un auditorio al aire libre, se adapta a la topografía del terreno con el fin de sacarle el máximo partido a las vistas de las sierras y los arrozales que se dominan desde la silenciosa ladera norte. Con unos materiales de bajo mantenimiento, se trata de una actuación que, no solo no altera el entorno, sino que es reversible, dando un paso más en ese respeto al medio ambiente, que tanto preocupa a los ciudadanos.
«La arquitectura debe traducir los intereses de la sociedad», comenta Ángel Allepuz, para quien se vive un revisionismo que empezó a fraguarse mucho antes de que la crisis económica lo trastocara todo. «No siempre lo nuevo tiene que ser mejor que lo que teníamos. Hemos destruido mucho, sin embargo, ahora tenemos que identificarnos con lo que hemos construido, acercamos con otra visión».

Vuelta al casco histórico
De ahí esa vuelta a la rehabilitación de los cascos históricos y a la reutilización de antiguos espacios. «Ya no cambiamos la vajilla de la abuela por una de plástico», resume gráficamente este arquitecto.
En la línea que apunta Allepuz, dos de los galardones han ido a parar a Calasparra por proyectos para la recuperación de su patrimonio histórico. Además de éste del entorno del castillo, el otro recoge una actuación de regeneración urbana en la plaza de la Constitución que incluye la construcción de 16 viviendas de protección oficial y la restauración de la casa taller de Pérez Piñero. Lorca, con la sinagoga del castillo, y Cartagena, con la cubierta del Molinete, el muelle de cruceros y la reforma de una tienda de productos gourmet, también destacan en el palmarés. Este año no se publicará un libro con todos los premios, sino que en su lugar se editará un vídeo documental. Cambian los tiempos, y la arquitectura, también.
Fuente: Ababol

2 comentarios:

  1. En el caso concreto del entorno del castillo de Calasparra, la edificación que aparece en la foto de la cabecera, una pena que esté en completo abandono. La cubierta invertida es una balsa de agua, como siempre, fallamos en mantenimiento. Siempre que no sea un error de diseño o ejecución.

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  2. Pido perdón a los arquitectos que han realizado los proyectos del Castillo, en Calasparra, y no niego que será muy vanguardista haber realizado un audotorio al aire libre, miradores, muralla alrededor del mismo, etc. Sinceramente me parece un despilfarro de dinero que en los tiempos de crisis por los que atravesamos, no se debía permitir. Los casi dos millones de euros que puedan valer esas obras se podían haber utilizado para construir alguna que otra fábrica de conservas, de zapatos, de harinas, etc. que dieran trabajo a un nímero de familia que en la actualidad no tienen para comer; es decir, crear riqueza porque cuando terminen esas obras, la gente le va a morder a los muros y gradas del Castillo, que por cierto ya están, sucios, sin acceso y sin uso. No sé de quien será la culpa; primero del Alcalde y después del Ministerio que haya concedido ese dinero para ese menester. Sencillamnete, es un despilfarro injustificado.

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