lunes, 21 de marzo de 2011

Una veintena de personas trabajan en los cultivos de Elche de la Sierra

'Balilla por sollana', pero en su versión ecológica, es lo que cultiva, hacia el noroeste siguiendo el curso del río Segura, Miguel García, originario de Murcia pero que vive en Elche de la Sierra desde el año 1982. Comercializado al amparo de la Panadería Rincón del Segura, ubicada en la aldea de Villares, este arroz tiene compradores en toda España, incluyendo restaurantes y particulares, con puntos de venta en pequeños establecimientos, asociaciones de consumidores e internet.
Este núcleo productor tiene una historia curiosa, que se remonta a los años ochenta cuando una veintena de personas, de profesiones diversas, se asentó en la zona a modo de comuna, cultivando para el autoconsumo y con preceptos como no usar abonos o no agredir la tierra. «Hacíamos agricultura ecológica antes incluso que este término se conociera en Castilla-La Mancha y en España», explicaba García.
'Ocuparon' una finca abandonada, junto al río Segura, tradicionalmente dedicada al cultivo de hortalizas y de arroz. Basándose en los usos locales para la siembra de este cereal, cimentados en el influjo que desde hace décadas llega de Calasparra, comenzaron explotando una superficie de 2.000 metros, hasta llegar a las siete hectáreas actuales de las que, en cada campaña, se planta la mitad.
«La tierra necesita un descanso, y hacemos rotación de cultivos alternando el arroz con leguminosas como la soja, que aporta nitrógeno al suelo», comenta García, que destacaba sobre la producción ecológica que ofrece «salud y calidad de vida». La parcela, a unos cien metros del río, se nutre del agua que circula por un canal «del tiempo de los árabes». El arroz se siembra a principios de mayo y se cosecha hacia el mes de octubre. El año pasado recogieron 14.000 kilos de arroz con cáscara, que llevan a la cooperativa Virgen de la Esperanza de Calasparra.
Aunque no forman parte de la Denominación, colaboran con ellos y contribuyen a la comercialización de sus productos cuando la demanda les sobrepasa, ya que «estamos limitados porque el terreno con el que contamos es pequeño». Unas veinte personas ayudan en las labores de siembra, preparación y envasado, todo un proceso hasta que los paquetes de arroz llenan la cesta y dan lo mejor de sí en la cocina.
Fuente: La Verdad

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